La obra responde a una reflexión en torno al dibujo y a la
lógica de sus procesos en la creación, manipulación y expresión de la imagen
dentro de los medios digitales y sus programas de graficación, en este caso,
planteados en la interpretación de dos figuras del conjunto escultórico del
Laocoonte. El dibujo, en esta práctica, no solamente constituye una forma
fundamental para la creación visual, sino que establece el eje central para la
representación, planteando problemas y explorando posibilidades que implican
conceptos y construcciones que establecen nuevas relaciones espaciales en su
producción. Los dibujos en blanco generan relaciones materiales con el espacio en el que se instalan, dado que, al ser impresas, el color blanco mantiene la transparencia del sustrato adquiriendo la textura del lugar sobre el que se ubica. La textura de la imagen ya no responde a una construcción virtual elaborada por el medio digital, sino por la superposición que establece con el mundo físico.